La creatina se ha convertido en los últimos años en la sustancia nutricional más popular de las que podrían, potencialmente, mejorar el rendimiento deportivo. Parece ser que el espectacular aumento de su utilización por parte de deportistas de todo el mundo preocupa a las más altas instancias deportivas.
Hasta fechas bien recientes, la controversia que rodeaba a esta
sustancia se limitaba al ámbito de los investigadores en fisiología del
ejercicio, dada la escasez y la heterogeneidad de los datos científicos
fiables referentes a su utilidad en la mejora del rendimiento deportivo.
Sin
embargo, la extensión al fútbol italiano del revuelo
provocado durante el Tour de Francia 2000 por la supuesta utilización de
sustancias prohibidas, ha hecho que la creatina pase del semi anonimato
de los laboratorios a estar en boca de todas las personas que tienen
relación con
el deporte de competición.
QUÉ ES
El reconocimiento de la utilización de creatina por parte de
jugadores como la tenista Mary Pierce y preparadores físicos ha hecho
que ésta pase a ser considerada como una poción mágica o como la más
popular de las sustancias dopantes. Desde el punto de vista científico,
no es ni lo uno ni lo otro.
La creatina, o ácido metil-guanidinoacético, es un compuesto natural
que se sintetiza en el hígado, el páncreas y los riñones a partir de
tres aminoácidos (arginina, glicina y metionina).
Además, también se encuentra en la dieta, especialmente en el pescado, en
la carne y en otros productos animales, y en cantidades insignificantes en algunos vegetales.
Una persona de 70 kilos tiene unos depósitos de creatina de unos 120 gramos. Alrededor del 95% se encuentra en la musculatura.
El resto se reparte entre el corazón , los espermatozoides, la retina y el cerebro. Las
necesidades diarias de creatina para esta persona son de unos dos
gramos. En general, la mitad se obtiene a través de la dieta y, el
resto, lo sintetiza el propio cuerpo. Los suplementos de creatina que
consumen los deportistas son una versión sintética de la sustancia que
fabrica el cuerpo y se ingiere diariamente con la dieta.
FUNCIONES
La creatina, y más precisamente su forma fosforilada o
fosfocreatina, cumple principalmente cuatro funciones durante el
ejercicio intenso.
Primero, regenera adenosín trifosfato (ATP),
única moneda de cambio energética que el músculo es capaz de utilizar
para llevar a cabo su actividad. Segundo, transporta la energía desde su
principal lugar de producción en las células musculares hasta su lugar
de utilización.
Tercero, ayuda a mantener el pH en el interior de
los músculos, evitando que se produzca una acidificación que impediría
que la intensidad del ejercicio pueda mantenerse durante más tiempo.
Además, ayuda a regular el aporte de energía por medio de la utilización
de la glucosa.
A largo plazo, parece ser que la ingesta de creatina podría
facilitar el aumento de la masa muscular producido por el entrenamiento,
bien por estimular la síntesis de proteínas musculares, bien por
permitir llevar a cabo entrenamientos de mayor calidad. Todas estas
funciones son positivas para la competición deportiva.
Se ha demostrado científicamente que, al aportar cantidades
suplementarias de creatina en la dieta, los depósitos musculares de
creatina y de fosfocreatina pueden aumentar entre un 15% y 30%, y un 10%
y 40%, respectivamente. Por tanto, sería lógico pensar que esta mayor
disponibilidad de creatina y fosfocreatina favorecería el rendimiento
deportivo, al mejorar la capacidad de la musculatura del deportista para
realizar las funciones que se acaban de mencionar.
Atendiendo a los resultados científicos disponibles en la
actualidad, se puede afirmar que la suplementación dietética con
creatina puede, efectivamente, ayudar a mejorar el rendimiento
deportivo. Sin embargo, esta afirmación debe ser hecha con prudencia.
Primero, hay una gran carencia de estudios científicos llevados a cabo
con deportistas muy entrenados y de elite, por lo que las mejoras de
rendimiento que se atribuyen a la creatina se basan a menudo en
observaciones anecdóticas. Segundo, la mayor parte de los estudios
científicamente fiables han sido realizados sobre personas sedentarias o
poco entrenadas y en condiciones experimentales de laboratorio.
En estos casos, los resultados no pueden extrapolarse directamente a los deportistas bien entrenados ni a las condiciones de competición. Más o menos la mitad indican efectos benéficos de la creatina sobre el rendimiento físico, mientras en la otra mitad no se observa ninguna mejora. Los efectos beneficiosos se observan principalmente en actividades intensas y repetitivas, pero no en ejercicios únicos o de larga duración. Las personas vegetarianas podrían obtener un mayor beneficio, debido a la carencia que padecen de creatina al no ingerir cantidades suficientes por medio de la dieta. Por todo ello, esta sustancia no puede considerarse en ningún caso como una poción mágica capaz de hacer que los deportistas que la utilizan alcancen niveles insospechados de rendimiento o batan récords imposibles.
EFECTOS SECUNDARIOS
El único efecto secundario conocido hasta la fecha de la
suplementación con creatina es un aumento del peso de entre 0,5 y 1,8
kg. Parece claro que, con la suplementación aguda, el aumento se debe a
una retención de agua por parte del organismo. Aunque se ha especulado
con la posibilidad de que la creatina provoque problemas renales,
hepáticos, calambres y contracturas musculares, así como alteraciones
gastrointestinales, no existe ninguna evidencia basada en estudios
clínicos fiables de que esto sea cierto.
Sin embargo, se sabe muy
poco sobre los posibles efectos secundarios de la cada vez más habitual
suplementación crónica de creatina. Cabe indicar a este respecto que
muchos deportistas llevan más de cinco años utilizando creatina como
suplemento nutricional, a pesar de lo cual no hay la menor constancia de
complicaciones médicas directamente relacionadas con esta práctica.
SUSTANCIA LEGAL
La creatina, igual que otros suplementos nutricionales como los
carbohidratos, las vitaminas, los minerales o los aminoácidos, no está
incluida en la lista de sustancias prohibidas de ninguna alta instancia
deportiva. Dado que, según los datos científicos disponibles hasta
la fecha, se trata de una sustancia totalmente inocua, parece que el
único
argumento por el que la creatina podría ser incluida en la
lista de sustancias dopantes sería el cumplimiento de la definición más
amplia de
dopaje del COI, al tratarse de una «sustancia utilizada
en cantidades anormales con el fin de mejorar el rendimiento de forma
artificial».
Esta medida, sin embargo, no parece en absoluto
razonable. Según esta misma definición, también podrían incluirse en esa
lista los suplementos vitamínicos, las bebidas y barritas energéticas,
e, incluso, el agua y los espaguetis, ya que ambas sustancias son
ingeridas por los deportistas en cantidades ciertamente anormales, sin
lugar a dudas mejoran el rendimiento deportivo y pueden tener efectos
secundarios perjudiciales para la salud.
Una ingesta excesiva de carbohidratos puede traer serios
trastornos gastricos y un consumo excesivo de agua durante el ejercicio
de muy larga duración podría ser incluso fatal, como se ha demostrado
en diversas publicaciones científicas de prestigio mundial.